sábado, 15 de septiembre de 2012

El archivo fotográfico dinámico como elemento rentable

En el contexto económico actual una de las mayores preocupaciones del gremio es obtener y/o mantener una fuente económica que permita salvaguardar o llevar a cabo proyectos. Para ello, acaba siendo imprescindible saber visibilizar la utilidad y rentabilidad social, histórica, cultural y/o económica de la profesión. En esta entrada valoraremos la importancia de disponer de un fondo fotográfico bien controlado que, más allá de su preservación, garantiza una comunicación gráfica comprometida, útil y eficiente.

Una buena gestión del fondo fotográfico de una organización supone un valor añadido seguro que mejora la imagen de la institución, asegura la conservación de su patrimonio visual, la dota de una mayor transparencia, proximidad y autenticidad y además potencia y facilita los diferentes tipos de comunicaciones ya sea como herramienta de soporte o como elemento protagonista. A pesar de la necesaria inversión inicial, la disposición de un archivo supone también un ahorro considerable y, en algunos casos, puede significar una importante fuente de ingresos, desde su uso en acciones de sensibilización o publicidad a la obtención de subvenciones a raíz de la presentación de proyectos ilustrados. Si navegamos por bancos de imágenes comerciales como Getty, podemos advertir que sólo el coste de una fotografía para la portada de una revista de tirada corta tiene un coste de 3.480 € y con licencia limitada a seis meses. La inversión en archivo, por tanto, es rentable y útil y al usar fotografías propias, se incrementa el interés, la sensibilización y la fidelización.

En este contexto adquieren mucho sentido las palabras de Joan Boadas cuando afirma que la “gestión y divulgación del patrimonio documental, y en consecuencia de los archivos, no debe considerarse como un hecho aislado sino que debe llevarse a cabo considerando diferentes aspectos y estrategias que permitan la mayor rentabilización (social, cultural y si es el caso económica) de aquellas iniciativas que se planteen” (1). Por su parte, Eulàlia Fuentes nos advierte que “un archivo de fotografías bien organizado es una ventaja editorial muy útil para el medio de comunicación y una fuente de ingresos y la clave de la eficacia del archivo radica en el sistema de almacenamiento” (2). Es necesario, por tanto, considerar una buena gestión de los fondos y las colecciones fotográficas para sacarle el máximo rendimiento y hacer que revierta positivamente en la organización, más allá de su valor patrimonial.


Un archivo proactivo
Las fotografías deberían sobrepasar el archivo y ser provechosas, ya sea respondiendo a demandas de información concretas o participando en la configuración de  políticas de difusión dónde la imagen tenga un papel destacado. En este sentido, el archivo debe evitar convertirse en un lugar restringido de protección patrimonial y tender hacia un espacio vivo y dinámico dónde las imágenes fluyan y se expandan. Se ha de trabajar en la línea del archivo como elemento proactivo capaz de plantear o acompañar diferentes estrategias de gestión y divulgación del fondo documental. Algunos ejemplos serían detectar carencias visuales, proponer reportajes, exposiciones, mesas redondas, conferencias, proyecciones, entre otros aspectos. También, en esta línea de expansión, sería positivo saber explotar los recursos disponibles y adaptar la realidad del archivo a los nuevos escenarios tecnológicos, valorando las potencialidades que ofrecen las nuevas plataformas de difusión 2.0 y entrando en los debates sobre hacia dónde se encamina el archivo y la imagen digital.

Finalmente, sería pertinente que la selección de imágenes corriese a cargo de un documentalista con criterio para valorar los aspectos morfológicos de la fotografía. Esta selección es a su vez un valor añadido ya que la cultura visual y la experiencia del profesional permitiría realizar ediciones gráficas de calidad que explotasen las potencialidades del lenguaje fotográfico, garantizando a su vez una representación visual que promoviese la reflexión más allá del registro testimonial.

Conclusión
El documento fotográfico tiene cada vez una mayor influencia en la sociedad actual. Su valor patrimonial, científico e informativo es incuestionable: “No existe casi ninguna actividad humana que no la utilice, -desde la ciencia a la industria, del arte al tiempo libre-, y también en el mundo de la información y la comunicación -el periodismo-. Las fotografías pueden examinarse como documentos que constituyen una cultura y actúan como un elemento importante de una colectividad” (3). Con la revolución tecnológica digital la centralidad y la extensión de la imagen fija se incrementan todavía más, incorporando nuevos usos y modificando pautas de consumo. La irrupción y popularización de la World Wide Web acentúa esta tendencia. Es en este contexto, dónde el archivo dinámico como elemento diferencial supone para las instituciones un importante valor añadido. Se ha visto por tanto cómo la inversión de recursos en la gestión de las colecciones fotográficas es un camino que genera múltiples ventajas a las organizaciones. La consideración de la potencialidad de la imagen fija es el primer paso para empezar a abordar el valor estratégico y útil de un archivo fotográfico.

Notas
 1. Boadas, Joan. “Los archivos: estrategias de dinamización”. Biblios: Revista electrónica de
bibliotecología, archivología y museología, num. 10, 2001, p. 1.
2. Fuentes, Eulàlia. “¿En periodismo también una imagen vale mas que mil palabras?” [en línea]. Hipertext.net, núm. 1, 2003. [Consulta: 20.06.2012]. 

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