sábado, 24 de mayo de 2008

Conservación fotográfica: la imagen como elemento patrimonial

A pesar de que la primera fotografía realizada en Cataluña data de 1839 (1), el reconocimiento de la fotografía como patrimonio documental no se produjo hasta 1985, con la aprobación de la nueva ley de Patrimonio Histórico Artístico. Dicha ley manifestaba la voluntad de asegurar la protección y el fomento de la fotografía, en un momento en que la extensión social de dicho documento era realmente notable. Desde entonces, los pasos dados para llevar a cabo una correcta difusión y conservación del patrimonio fotográfico han sido, como mínimo, insuficientes (2). Citada opinión es fácilmente argumentable si realizamos un análisis comparativo con la realidad existente en otros países, como Francia por ejemplo, donde la política conservacionista llevada a cabo ha sido mucho más activa. Dichos estados están bastante más avanzados tanto a nivel de concienciación como en cuestiones de infraestructura técnica y material. Esta situación de relativo retraso en Cataluña, se torna más problemática si tenemos en cuenta la importancia y la omnipresencia que la imagen ha adquirido en nuestra sociedad. Es evidente que la fotografía, en sí misma, tiene un gran valor como testimonio de la humanidad. Como bien señala Félix del Valle, la fotografía “representa la memoria visual de los siglos XIX y XX y es un medio de representación y comunicación fundamental” (3). De la misma forma, Eulàlia Fuentes nos recuerda como “en este contexto la fotografía desempeña un papel capital. No existe casi ninguna actividad humana que no la utilice, -desde la ciencia a la industria, del arte al tiempo libre-, y también en el mundo de la información y la comunicación -el periodismo-. Las fotografías pueden examinarse como documentos que constituyen una cultura y actúan como un elemento importante de una colectividad. Es "memoria" como lo pueden ser los géneros literarios o cinematográficos, por ejemplo” (4). Actualmente, pues, la fotografía juega un papel fundamental y es sin lugar a dudas un patrimonio documental valioso que, en la medida posible, debemos salvaguardar y difundir (5) .
La gran cantidad y a su vez la particularidad, de factores que vienen condicionados por la naturaleza del material fotográfico son algunas de las causas del actual desierto que, en materia de investigación (6) y a nivel normativo, caracteriza el ámbito de la gestión de documentos fotográficos (7). Otro de los aspectos que justifica, de alguna manera, la falta de una acción normativa en la materia es la constante relegación de la conservación a un segundo plano por parte de las administraciones. Esto ha sido así porque el enorme trabajo que había y hay por hacer en materia de gestión documental, ha sido encaminado la priorización de otro patrimonio, de carácter textual, que llevaba asociado una necesidad más urgente. Como consecuencia nos hallamos en un terreno inestable donde cada centro usa métodos y equipamientos de gestión de imágenes diferentes, adaptando, en muchos casos, la normativa existente a su entorno y necesidades.
Por otro lado, a esta realidad debemos añadir otra cuestión que agrava la situación en que se encuentra parte de nuestro patrimonio fotográfico. El siglo XX ya fue definido por algunos autores como el “siglo de la Imagen” (8). Susan Sontag ya percibió en los años 70 como “la necesidad de confirmar la realidad y enfatizar la experiencia mediante fotografías es un consumismo estético al que hoy todos son adictos” (9). La creciente extensión de la tecnología digital, además de aumentar considerablemente la cantidad de imágenes existentes, ha dotado a la fotografía de un valor añadido derivado de su novedosa e increíble inmediatez. La frase de Luis Pavao es bastante indicativa: “hoy el mundo tiene más fotografías de la que puede consumir” (10). Actualmente, la extensión de lo visual, y valga la redundancia, es un fenómeno visualmente patente que debemos aprender a conservar y gestionar de manera eficaz y cómoda.

(1) Autor de la qual va ser Ramon Alaber. Zelich, Cristina (dir); Rigol, Josep (coord.). Llibre blanc del patrimoni fotogràfic a Catalunya. Barcelona : Departament de Cultura, 1996, p. 15.
(2) Salvo destacadas excepciones, como el caso del archivo de Girona, las carencias y los lamentos manifestados por algunos responsables de archivos y fondos de imágenes en el año 1994 siguen estando a la orden del día. Ibid., p. 37. Como acabamos de indicar, en el campo del tratamiento y descripción de material fotográfico se han realizado interesantes esfuerzos en el Arxiu d’Imatges de l’Ajuntament de Girona. En el año 1990 dicho archivo elaboró una metodología y tecnología propias que, en muchos casos, ha acabado convirtiéndose en un referente dentro del Estado español. Boadas, Joan; Casellas, Lluís-Esteve. “El Centre de Recerca i Difusió de la Imatge i la Guia de Fons en Imatge de la ciutat de Girona”. Métodos de Información. Núm. 34, 1999, p. 66.
(3) Valle, Félix del (ed.). Documentación fotográfica. Madrid: Síntesis, DL 1999, p. 13.
(4) Fuentes, Eulàlia. “¿En periodismo también una imagen vale mas que mil palabras?” [en línea]. Hipertext.net, núm. 1, 2003. [Consulta: 28.02.2007].
(5) A un nivel más comprometido Susan Sontag nos advierte de la importancia que puede llegar a representar la presencia de imágenes afirmando que “una de las razones por las que la gente tardó tanto en apreciar y entender el horror completo del sistema soviético fue por la ausencia de documentación fotográfica. Es evidente que cuando digo que las fotografías identifican también quiero decir lo contrario: cuando no hay fotografía el olvido es más fácil”. Arcadi Espasa. “La necesidad de la imagen: Entrevista a Susan Sontag” [en línea]. Letras libres. 2004. [Consulta: 05.05.2007].
(6) Los estudios sobre fotografía como documento desde una perspectiva estrictamente documental son realmente escasos y la mayoría de investigaciones se plantean desde enfoques históricos, científicos, sociales y técnicos. Sanchez Vigil, Juan Miguel. El Universo de la fotografía.: prensa, edición, documentación. Madrid: Espasa, cop. 1999, p. 140. Igual perspectiva se mantiene en la excelente obra de Javier Marzal Felici. Cómo se lee una fotografía: interpretaciones de la mirada. Madrid: Cátedra, 2007, p. 37.
(7) Boada, Joan; Casellas, Lluís-Esteve; Suquet, M. Àngels. Manual para la gestión de fondos y colecciones fotográficas. Girona: Centre de Recerca i Difusió de la Imatge, (CDRI), Ajuntament de Girona, 2001.
(8)Argerich Fernández, Isabel. “Recuperación, preservación del patrimonio fotografíco”. Segundas Jornadas: imagen, cultura y tecnología. Madrid: Universidad Carlos III: Archiviana, cop. 2004, p. 23.
(9) Sontag, Susan. Sobre la fotografía. Barcelona, Edhasa, 1981, p. 34.
(10)Pavao, Luis. Conservación de colecciones fotográficas. Granada : Junta de Andalucía, Consejería de Cultura: Comares, 2001, p. 17.

EXPOSICIÓN: Magnum 10 secuencias. El cine en el imaginario de la fotografía

Interesante exposición que recoge trabajos de diez prestigiosos fotógrafos de la Agencia Magnum. La muestra relaciona las imágenes de los artistas con aquellas obras fílmicas que han marcado su peculiar estilo fotográfico. A pesar de que todos pertenecen a la fotografía documental, cada fotógrafo representa diferentes corrientes del género. De esta forma, se nos presentan fotografías de gran calidad contextualizadas con la biografía y el pensamiento del autor, sumergiéndonos en su psique y en aquellas películas (y un libro) que han representado un antes y un después en su forma de ver y captar la fotografía social. Los protagonistas son: Abbas, Antoine d´Agata, Bruce Gilden, Harry Gruyaert, Gilles Peress, Gueorgui Pinkhassov, Mark Power, Alec Soth, Donovan Wylie, Patrick Zachmann, Olivier Assayas, Alain Bergala, Diane Dufour, Matthieu Orléan, Serge Toubiana
Hay que destacar el excelente trabajo del CCCB a la hora de representar este personal nexo entre imagen fija e imagen en movimiento. El montaje y el diseño de la exposición facilita la conjugación de este binomio y pone en evidencia las intrínsecas relaciones que mantienen el cine y la fotografía. La combinación de escenas de filmes junto a pases de fotografías de autor, el uso del agua para despertar sentimientos de nostalgia en las determinantes imágenes de la infancia de Mark Power, las desgarradoras escenas en clave biográfica de las prostitutas japonesas que tanto marcaron a Antoine d´Agata, son algunas de las iniciativas que se presentan en la exposición. En conclusión, una exposición muy recomendable para saborear lentamente, como todo buen vino.
La muestra tiene lugar en el CCCB del 23 de abril al 7 de setiembre de 2008. Más información